Historia: Lo últimos de Filipinas.

Los Últimos de Filipinas es el nombre por el que se conoce a los soldados del ejército español que lucharon en el sitio de Baler contra los independentistas filipinos, en la guerra creada por Estados Unidos para la conquista de las últimas colonias españolas en ultramar (Cuba y Filipinas), en lo que fue la Guerra Hispano-Estadounidense, también conocida en España como «el desastre del 98».
Como esta es una historia poco conocida por la gente, dedicaremos hoy un pequeño espacio a esta hazaña de un grupo de hombres.

1898, el imperio español vive sus días más aciagos, acaba de perder dos de sus últimas colonias: Cuba y Filipinas.

Nuestros gobernantes ya lo dan todo por perdido y firman la humillante paz…

…pero no todo está perdido, en un recóndito pueblo de apenas 2000 habitantes de las islas Filipinas, Baler, un puñado de leales a España, un destacamento del ejército español al mando del Capitán Enrique de las Morenas sigue luchando defendiendo la bandera española, la rojigualda, nuestra bandera, y la soberanía española de aquellas tierras.

El Capitán Enrique de las Morenas, previendo la que se les venía encima, decidió que lo mejor era refugiarse en la iglesia del pueblo (que al fin y al cabo era el edificio de mejor calidad) y aguantar desde allí las embestidas de los independentistas filipinos.

Supervivientes de Los últimos de Filipinas tras su regreso a España.

No tardaron en atacar el sagrado templo, miles de filipinos empezaron a disparar e intentaron tomar la posición española pero apenas unas pocas decenas de españoles(aproximadamente 50 personas), fueron capaces de pararles los pies una y otra vez. En cada embestida había decenas de bajas filipinas y ninguna española.

Iglesia de Baler

Los días iban pasando y el hambre empezaba a hacerse presente, las reservas no eran muy abundantes y eran de una calidad más que cuestionable. A tal punto llego la situación, que tuvieron que comer todo tipo de bichos que por allí rondaban, como serpientes o ratas. Pero daba igual, la moral seguía siendo alta y Baler sería defendida hasta las últimas consecuencias.

Pero las bajas que no nos causaba el combate, nos las causaban la enfermedad. Muchos empezaron a enfermar y finalmente a fallecer. Entre ellos, nada más y nada menos, que el oficial de mayor rango, el Capitan Enrique de las Morenas. Tras está terrible pérdida, le toca asumir el mando a un joven teniente, a Saturnino Martín Cerezo.

Capitán Enrique de las Morenas

Llega un momento que el hambre ya es insoportable y el Teniente Saturnino Martín Cerezo y un reducido grupo de su ya de por sí reducido batallón salen en una misión suicida para intentar traer algo que echarse a la boca. Contra todo pronóstico, lo consiguen y regresan a la iglesia con víveres y sanos y salvos.

Los filipinos están desesperados, no consiguen quitarse de en medio de una vez para siempre a ese puñado de molestos españoles. Así que traen artillería y empieza a cañonear la iglesia. Ni con esas lo consiguen, los españoles no se rinden.

Los useños, que antaño había ayudado al ejercito filipino, ahora intentan el rescate de los héroes de Baler (ya que ahora estaban en guerra con los filipinos). Pero nada, fue un fiasco total y los soldados norteamericanos que intentaron librar del sitio a nuestros soldados murieron bajo el plomo filipino.

A pesar de que les envían todo tipo de emisarios (incluso mandos españoles) diciéndoles que la guerra ya ha terminado, ellos se niegan a creer que el imperio español haya podido caer tan bajo, por lo que continúan su heroica resistencia en lo que a la postre se conocería como el sitio de Baler.

Pero llego un día que mientras el gran Teniente Martín Cerezo leía un periódico que uno de los emisarios le había dado para que se dieran cuenta de que realmente la guerra había terminado, vio una noticia en la que hablaban de un amigo suyo del ejército en la que hablaban de un traslado. Era una información que a Martín Cerezo su amigo le había contado hace mucho y que nadie se podría haber inventado. En ese momento, se da cuenta de que todo es verdad y de que España ya no es dueña de las islas Filipinas.

Así, tras casi un año de sitio y de todo tipo de penalidades, la heroica resistencia llega a su fin y el Teniente Martín Cerezo negocia con los mandos filipinos el fin de las hostilidades, en las cuales se llegó a un acuerdo muy honroso para los españoles:
«En Baler a 2 de junio de 1899, reunidos jefes y oficiales españoles y filipinos, transigieron en las siguientes condiciones: Primera: Desde esta fecha quedan suspendidas las hostilidades por ambas partes. Segunda: los sitiados deponen las armas, haciendo entrega de ellas al jefe de la columna sitiadora, como también de los equipos de guerra y demás efectos del gobierno español; Tercera: La fuerza sitiada no queda como prisionera de guerra, siendo acompañada por las fuerzas republicanas a donde se encuentren fuerzas españoles o lugar seguro para poderse incorporar a ellas; Cuarta: Respetar los intereses particulares sin causar ofensa a personas».

Los últimos de Filipinas fueron recibidos como héroes y a Martín Cerezo se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando.

Lista de supervivientes:

* Teniente Saturnino Martín Cerezo, natural de Miajadas, Cáceres
* Médico Rogelio Vigil de Quiñones , natural de Marbella, Málaga
* Cabo Jesús García Quijano, natural de Viduerna de la Peña, Palencia
* Cabo José Olivares Conejero, natural de Caudete, Albacete
* Corneta Santos González Roncal, natural de Mallén, Zaragoza
* Soldado Juan Chamizo Lucas, natural de Valle de Abdalajís, Málaga
* Soldado José Hernández Arocha, natural de La Laguna, Tenerife
* Soldado Luis Cervantes Dato, natural de Mula, Murcia
* Soldado Manuel Menor Ortega, natural de Sevilla, Sevilla
* Soldado Vicente Pedrosa Carballeda, natural de Carballino, Orense
* Soldado Antonio Bauza Fullana, natural de Petra, Mallorca
* Soldado Domingo Castro Camarena, natural de Aldeavieja, Ávila
* Soldado Eustaquio Gopar Hernández, natural de Tuineje, Las Palmas
* Soldado Eufemio Sánchez Martínez, natural de Puebla de Don Fadrique, Granada
* Soldado Emilio Fabregat Fabregat, natural de La Salzadella, Castellón de la Plana
* Soldado Felipe Castillo Castillo, natural de Locubín, Jaén
* Soldado Francisco Real Yuste, natural de Cieza, Murcia
* Soldado José Pineda Turán, natural de Sant Feliu de Codines, Barcelona
* Soldado José Jiménez Berro, natural de Almonte, Huelva
* Soldado José Martínez Santos, natural de Almeiras, La Coruña
* Soldado Loreto Gallego García, natural de Requena, Valencia
* Soldado Marcos Mateo Conesa, natural de Tronchón, Teruel
* Soldado Miguel Pérez Leal, natural de Lebrija, Sevilla
* Soldado Miguel Méndez Expósito, natural de Puebla de Tabe, Salamanca
* Soldado Pedro Vila Garganté, natural de Taltaüll, Lérida
* Soldado Pedro Planas Basagañas, natural de Sant Joan de les Abadesses, Gerona
* Soldado Ramón Mir Brills, natural de Guissona, Lérida
* Soldado Ramón Buades Tormo, natural de Carlet, Valencia
* Soldado Ramón Ripollés Cardona, natural de Morella, Castellón
* Soldado Timoteo López Larios, natural de Alcoroches, Guadalajara
* Soldado Gregorio Catalán Valero, natural de Osa de la Vega, Cuenca
* Soldado Marcelo Adrián Obregón, natural de Villalmanzo, Burgos
* Soldado Bernardino Sánchez Cainzos, natural de Guitiriz, Lugo

Estos hechos, de haber ocurrido en otra nación habría dado para decenas de películas y libros, pero aquí en España parece ser que no se aprecia la Historia y hechos heróicos como este. Tan sólo hay una película ya bastante antigua pero muy recomendable,  «Los Últimos de Filipinas»:

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3 reacciones a Historia: Lo últimos de Filipinas.

  1. antonio dice:

    DIOS QUE GRANDIOSO

  2. Daniel dice:

    buen reportaje, muy interesante.

  3. Juan Arencibia dice:

    La gesta protagonizada por los ‘Ultimos de Filipinas’ ofrece muy pocas comparaciones en la historia mundial. Alejados miles de kilómetros de España y sin conexión alguna con el exterior, de forma especial con los mandos militares españoles, dieron una lección de valor, lealtad, disciplina, patriotismo y espíritu de sacrificio difícil de igualar. España mo ha recordado como se merecen a aquellos soldados honrados y pundonorosos. Qué bien estaría que el Gobierno de Canarias les recordara en un acto solemne. Las virtudes de las que hicieron gala no abundan en la sociedad actual.

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